Si se tiene una meguilá kesherá, ésta se desenrolla y se dobla en la manera tradicional (iggeret) y luego quien lee primero bendice:

Bendito eres tú Adonai nuestro Dios rey del universo, el que nos santificó con sus mitzvot y nos ordenó a leer la meguilá.

Bendito eres tú Adonai nuestro Dios rey del universo, el que hizo milagros para nuestros ancestros en estos días en esta época del año.

Bendito eres tú Adonai nuestro Dios rey del universo, el que nos avivó y nos mantuvo y nos hizo llegar a este momento.

MEGUILAT ESTER

(traducción del Rabino Manes Kogan)

CAPÍTULO 1: (1) Y ocurrió en los días de Ajashverosh, el Ajashverosh que reinó desde la India hasta Etiopía, sobre ciento veintisiete comarcas. (2) En aquellos días, en los que el rey Ajashverosh se asentaba sobre el trono de su reino, el cual estaba en Shushán capital del reino. (3) En el tercer año de su reinado organizó un banquete para todos sus ministros y servidores, los ejercitos de Persia y Media, los nobles y los ministros de las comarcas, (4) mostrando la riqueza de su esplendor real y ostentando la magnificencia de su poderío durante muchos días, ciento ochenta días. (5) Y cuando habían pasado estos días, el rey organizó un banquete para todo el pueblo que se encontraba en la capital Shushán, desde el más importante hasta el más humilde, que duró siete días y tuvo lugar en los patios del jardín palaciego del rey. (6) Había allí cortinados de fino algodón blanco y azul, sujetos con cintas de lino fino, de color púrpura, montados en aros de plata y columnas de mármol, lechos de oro y plata sobre un piso de alabastro y mármol  y nácar y ónix. (7) Y se bebía de recipientes de oro, y todos los recipientes eran diferentes, y el vino real era abundante, conforme a la facultad del rey. (8) Y la bebida fue conforme a la ley, sin compulsión, ya que el rey había ordenado a sus sirvientes hacer de acuerdo a la voluntad de cada uno.           (9) También Vashtí, la reina, organizó un banquete de mujeres en la casa real  del rey Ajashverosh. (10) Al séptimo día, cuando el vino habá alegrado el corazón del rey, ordenó a Mehumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar  y Carcás, que eran los siete eunucos que servían al rey, (11) traer a Vashtí, la reina, para presentarse ante el rey, ataviada con su corona real, para mostrar su belleza ante los pueblos y los ministros, porque era muy hermosa. (12) Pero la reina Vashtí se negó a cumplir la orden del rey traída por los eunucos, por lo que el rey se enojó mucho y su cólera ardió dentro de él. (13) El rey habló a los sabios, los conocedores (de las leyes) de aquellos tiempos – porque así, frente a todos los expertos en leyes y justicia, solían tratarse todos los asuntos del rey – (14) Habló con los más cercanos de su entorno: Carshená, Shetár, Admata, Tarshísh, Meres, Marsená y Memuján, los siete ministros de Persia y Media que tenían acceso al rey y que eran los más importantes en el reino: (15)“¿Qué dice la ley acerca de qué hay que hacer con la reina Vashtí, por no haber obedecido la orden del rey, que le fuera transmitida por los cortesanos?”.              (16) Y dijo Memuján delante del rey y los ministros:“No solamente frente al rey incurrió en la falta Vashtí, la reina, sino también frente a todos los ministros y pueblos que moran en las comarcas del rey Ajashverosh. (17) Porque  lo ocurrido con la reina será sabido por todas las mujeres, que despreciarán  a sus maridos y les dirán: ‘el rey Ajashverosh ha ordenado a Vashtí, la reina, presentarse ante él pero ella no se presentó!’. (18) Y hoy mismo las mujeres de los ministros de Persia y Media, enteradas de lo ocurrido con la reina, hablarán con todos los ministros del rey, y habrá mucho desprecio y mucho enojo. (19) Si al rey le parece bien, que se redacte un informe real que sea registrado en las leyes de Persia y Media, en forma inquebrantable: que Vashtí no pueda comparecer más ante el rey Ajashverosh, y que el rey le conceda la dignidad real a otra, que fuera mejor que ella. (20) Y una vez oídas las palabras del rey en todo su reino- que es enorme- todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el mas importante hasta el más humilde. (21) Esto les pareció adecuado al rey y a los ministros, y el rey actuó conforme a las palabras de Memuján. (22) Y envió cartas a todas las comarcas, en la escritura y el idioma de las comarcas y los pueblos respectivos, para que cada hombre fuera el jefe de su hogar y hablara el idioma de su propio pueblo.                         

CAPÍTULO 2 (1) Después de estos sucesos, y una vez aplacado el enojo del rey Ajashverosh, recordó a Vashtí y lo que ella había hecho y a lo que había sido condenada. (2) Entonces, los cortesanos que servían al rey dijeron:“Que busquen para el rey jóvenes vírgenes y hermosas. (3) Y que el rey nombre delegados en todo el reino para llevar jóvenes hermosas a la capital de Shushán, a las dependencias de las mujeres, bajo la supervisión de Hegai, eunuco del rey  y guarda de las mujeres y que se les den ungüentos, (4) y aquella joven que más le guste al rey será reina en el lugar de Vashtí“. Esto le pareció bien al rey, y así se hizo.      (5) Un varón judío había en la fortaleza de Shushán, de nombre Mordejai, hijo de Iair,  hijo de Shimi, hijo de Kish un hombre de la tribu de Binyamín,(6) que fue exiliado de Jerusalén junto con los prisioneros que fueron exiliados con Yejoniá, rey de Yehudá, por orden de Nabucodonosor, rey de Babilonia. (7) El crió a Hadasá, o sea, Ester, hija de su tío, porque ella no tenía madre ni padre. De hermosa figura, era una joven atractiva, y al morir su padre y su madre, Mordejai la había llevado a su casa como hija. (8) Cuando se hizo público el edicto del rey y muchas jóvenes fueron llevadas a Shushán, capital del reino, bajo la supervisión de Hegai, el cuidador de las mujeres. (9) Mucho le agradó la joven y ella mereció su favor y él se apresuró para ordenarle unguentos y alimentos y además siete doncellas en el mejor sector de la casa de las mujeres. (10) Ester no había revelado cuál era su pueblo y su procedencia porque Mordejai le había ordenado no decirlo. (11) Y Mordejai paseaba todos los días por los patios de la casa de las mujeres para averiguar si Ester  estaba bien y qué es lo que pasaba con ella. (12) Cuando le llegó el turno a cada joven para llegar ante el rey de Ajashverosh, al final de los doce meses reglamentarios -porque así transcurrieron los doce meses de unguentos: seis meses con aceite de mirra y seis meses con bálsamos y cremas aromáticas para mujeres-(13) y con esto cada una de las jóvenes llegaba al rey y todo lo que ellas pedían se lo hacían traer de la casa de las mujeres a la casa del rey: (14) Venía a la noche, y a la mañana volvía a una segunda casa de mujeres, de la mano de Shaazgaz, el eunuco del rey, guardían  de las concubinas. Después ya no se presentaba ante el rey, salvo cuando éste la deseaba y entonces era llamada por su nombre. (15) Cuando fue el turno de Ester, hija de Abijail, el tío de Mordejai, quien la había tomado como hija, para presentarse ante el rey, ésta no pidió nada, salvo lo que le había dicho Hegai, el cortesano del rey, el guardián de las mujeres, y Ester causaba muy buena impresión en todos los que la veían. (16) Entonces Ester fue llevada al rey Ajashverosh a su casa real, en el décimo mes, o sea el mes de Tevet, en el séptimo año de su reinado. (17) Y el rey amó a Ester más que a todas las demás mujeres, y ésta halló gracia y benevolencia en sus ojos más que  todas las otras doncellas, y colocó una corona real en su cabeza y la nombró reina en lugar de Vashtí. (18) Y el rey dio un gran banquete para todos sus ministros y servidores,- el banquete de Ester, y bajó los impuestos en todas las comarcas y dio regalos como sólo lo puede hacer un rey. (19) Y cuando por segunda vez fueron convocadas las jóvenes, mientras Mordejai estaba sentado en las puertas reales, (20) tampoco reveló Ester su procedencia ni su pueblo, tal como Mordejai se lo habia ordenado; y Ester cumplía las órdenes de Mordejai tal como lo había hecho cuando estaba bajo su tutela. (21) En aquellos días cuando Mordejai estaba sentado ante las puertas del rey, Bigtán y Téresh, dos cortesanos que custodiaban las puertas del rey, en un arranque de ira, planearon asesinar al rey Ajashverosh. (22) Pero el asunto llegó a oídos de Mordejai y se lo comunicó a la reina Ester, y Ester informó al rey en nombre de Mordejai. (23) Entonces se investigó el asunto y se comprobó que era cierto, y se resolvió colgar a ambos de un árbol, Y eso fue registrado en el libro de las crónicas ante el rey.                                       

CAPÍTULO 3 (1) Después de estos sucesos, el rey Ajashverosh encumbró a Hamán el hijo de Hamedata, el agagueo, y lo colocó por encima de todos los ministros que formaban su entorno. (2) Y todos los servidores del rey, que se encontraban ante las puertas del rey se arrodillaban ante Hamán, porque así le había ordenado el rey; pero Mordejai no se arrodillaba ni se postraba. (3) Entonces los servidores del rey, que estaban en las puertas del rey, dijeron a Mordejai:“¿Por qué transgredes la orden del rey?” (4) Y como esto se lo dijeron todos los días y él no hizo caso, informaron a Hamán  para ver en qué terminaba la actitud de Mordejai, porque éste les había dicho que era judío. (5) Cuando vio  Hamán  que Mordejai no se arrodillaba ni se postraba ante él, se lleno de enojo. (6) Pero como le pareció poca cosa acabar solamente con Mordejai, porque ya le habían dicho a qué pueblo pertenecía Mordejai, Hamán decidio aniquilar a todos los judíos, en todo el reino de Ajashverosh, al pueblo entero de Mordejai. (7)  En el primer mes, que es el mes de Nisán, en el duodécimo año del rey Ajashverosh, se tiró el pur, o sea se echaron suertes ante Hamán, día a día y mes a mes, y salío el duodécimo mes, que es el mes de Adar.  (8) Entonces Hamán le dijo al rey Ajashverosh:“Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de (las de) otros pueblos pero no acatan las leyes del rey, y al rey no le conviene mantenerlos. (9) Si al rey le parece bien, que se decrete hacerlos desaparecer y yo estoy dispuesto a entregar diez mil talentos de plata a los encargados del trabajo para ser depositados en las arcas del rey. (10) Y el rey retiró su anillo de su mano y lo entregó a Hamán el hijo de Hamdata, agagueo, el enemigo de los judíos. (11) Y dijo el rey a Hamán:“el dinero te fue concedido, y el pueblo, para hacer con él lo que sea bueno para ti”. (12) Y fueron llamados los escribas reales, al decimotercer día del primer mes y se escribió según las órdenes de Hamán a los sátrapas del rey y a los príncipes de cada pueblo y a los gobernadores que estaban sobre cada provincia, en la escritura y en el idioma de cada una, en el nombre del rey Ajashverosh y fue sellado con el anillo del rey. (13) Y las cartas fueron enviadas a todas las provincias del rey: destruir, matar, aniquilar, a todos los judíos, los niños y los viejos, los jóvenes y las mujeres, en un determinado día, el trece del duodécimo mes, que es el mes de Adar, y  de proceder  al saqueo. (14) Una copia del escrito que había de darse como edicto en cada provincia, fue dada a conocer a todos los pueblos para que estuvieran preparados para este día. (15) Los mensajeros salieron con premura, para cumplir con la orden del rey, y  también se conoció el edicto en Shushán, capital del reino. Y el rey y Hamán se dispusieron a beber, pero en la ciudad de Shushán reinó la confusión.         

CAPÍTULO 4 (1) Cuando Mordejai se enteró de todo lo que se había hecho, rasgó sus vestiduras, se cubrió de harapos y ceniza, y se dirigió a la ciudad donde se entregó a grandes lamentaciones. (2) Así llegó hasta las puertas del rey, porque no estaba permitido pasar adentro vestido con harapos. (3) Y en todas las comarcas, en todas partes donde había llegado la orden del rey y su decreto, hubo gran duelo entre los judíos, hubo ayunos, llantos y lamentos, y muchos hicieron sus lechos con harapos y ceniza. (4) Y cuando llegaron las sirvientas de Ester y sus eunucos y se lo comentaron, la reina se afligió mucho, y envió ropa a Mordejai para que se quitara los harapos, pero Mordejai no aceptó. (5) Entones Ester llamó a Hataj, uno de los eunucos del rey, que éste había puesto a su disposición, y lo mandó a Mordejai para saber qué sucedía  realmente y por qué estaba así. (6) Hataj se encontró con Mordejai en la plaza de la ciudad, delante de las puertas del rey. (7) Entonces Mordejai le contó todo lo que le había pasado, y también del significado del dinero que Hamán había prometido aportar al tesoro del rey para el exterminio de los judíos, (8) y le entregó una copia de la orden escrita que había sido redactada en la casa real de Shushán en este sentido, para que se la mostrara a Ester, y le informara, y le encargara que fuera ante el rey a implorarle su misericordia para su pueblo. (9) Hataj se presentó ante Ester  y le relató las palabras de Mordejai. (10) Y dijo Ester a Hataj y lo mandó a Mordejai ( con este mensaje): (11)“Todos los servidores del rey y el pueblo de las comarcas del rey saben que cualquiera que llegue al patio interno del rey, ya sea hombre o mujer, sin haber sido convocado, cae bajo una ley: será matado, salvo que el rey le extienda el cetro de oro, entonces seguirá con vida; pero yo hace treinta días que no soy llamada por el rey”. (12) A Mordejai le transmitieron las palabras de Ester. (13) Y Mordejai pidió contestarle a Ester:“ No creas – en el interior de tu alma- que tú, entre todos los judíos, has de escapar de la casa del rey, (14) ya que si callas esta vez, la ayuda y la salvación de los judíos vendrán de otra parte, pero tú y tu hogar paternos perecerán. ¡Y quién sabe si no has llegado a la condición de reina para un suceso como éste!”. (15) Ester mandó contestar a Mordejai: (16)“Ve y reúne a todos los judíos que se encuentren en Shushán, y ayunen por mí, y durante tres días y tres noches no coman ni beban. También yo y mis servidoras vamos a ayunar;  y así iré a ver al rey, en contra de la ley. Y si tengo que perecer, pereceré”. (17) Entonces Mordejai se fue e hizo lo que Ester le había ordenado.

CAPÍTULO 5 (1) Sucedió al tercer día, que  Ester se vistió de realeza y entró al patio interior de la casa real, enfrente de la casa del rey. El rey estaba sentado en su trono, en la casa real, frente a la entrada. (2) Cuando el rey vio a la reina Ester, está halló gracia ante sus ojos y le extendió el rey el cetro de oro que tenía en la mano y Ester se acercó y tocó la punta del cetro. (3) Y el rey le dijo “¿Qué te sucede, reina Ester y qué es lo que quieres? Lo que me pidas, hasta la mitad del reino te será dado”. (4) Y Ester dijo:“Si al rey le parece bien, que concurra el rey y Hamán, hoy, al banquete que le he preparado”.(5) Y el rey dijo:“¡Traigan rápido a Hamán para cumplir lo pedido por Ester!”. Y el rey y Hamán concurrieron al banquete que había preparado Ester, (6) y ya en el banquete el rey le dijo a Ester, mientras bebían vino: “¿Cuál es tu deseo? – Que te sea concedido, ¿Y cuál es tu pedido?- Hasta la mitad del reino –será tuyo”. (7) Y respondio Ester y dijo“Este es mi deseo y mi pedido: (8) en caso que encuentre favor a los ojos del rey, y si al rey le parece bien, conceder mi deseo y hacer lo que le he pedido, que vengan el rey y Hamán a otro banquete que les he de preparar mañana y entonces haré según las palabras del rey”. (9) Ese día, Hamán salió contento y con el corazón alegre pero al ver en las puertas del rey a Mordejai, quién no se puso de pie ante él y no se movió de su lugar, Hamán sintio un gran enojo hacia Mordejai. (10) Sin embargo Hamán se contuvo y se fue a su casa, y mandó llamar a sus amigos y a su mujer Zéresh. (11) Y Hamán les habló de su gran riqueza y de cuántos hijos tenía, y cómo el rey lo había premiado y elevado a una posición por encima de los príncipes y servidores.(12) Y dijo Hamán:“Además no invitó la reina Ester, junto con el rey, al banquete que ofreció, a nadie más que a mí, y también mañana estoy invitado, con el rey; (13) pero todo esto no vale nada para mí, mientras vea a Mordejai, el judío, sentado ante las puertas del rey”. (14) Entonces su mujer Zéresh y todos sus amigos dijeron:“Que preparen una horca con  cincuenta codos de altura, y por la mañana dile al rey que Mordejai debe ser colgado en ella, y luego ve alegremente al banquete con el rey”. Esto a Hamán le pareció bien e hizo preparar la horca.                               

CAPÍTULO 6 (1) Aquella noche el rey no pudo conciliar el sueño; entonces ordenó traer el libro de las memorias, las crónicas, las que fueron leídas delante del rey. (2) Y allí estaba registrado lo que Mordejai había declarado acerca de Bigtána y Téresh, los dos cortesanos del rey que vigilaban las puertas, que habían planeado asesinar al rey Ajashverosh. (3) Entonces el rey dijo:”¿Qué honra y distinción recibió Mordejai por su acción?” Y los siervos que atendían al rey contestaron:“Nada se hizo por él”. (4) Y el rey dijo:”¿Quién está en el patio?”. Y Hamán se acercaba al patio exterior de la casa real para pedirle al rey que colgase a Mordejai en la horca que había ergido para él. (5) Los sirvientes le dijerón al rey:“Allí en el patio está parado Hamán”. Y el rey dijo:“¡Qué pase!”. (6) Hamán se acercó y el rey le dijó:”¿Qué se debe hacer con el hombre a quién el rey quiere honrar?”. Hamán en su corazón pensó:”¿A quién sino a mí el rey desea honrar?”. (7) Y Hamán le dijo al rey:“Al hombre a quién el rey desea honrar (8) que se le traiga una vestidura real que el rey haya vestido, un caballo en el que el rey haya cabalgado, y una corona real para su cabeza, (9) y que se entregue la vestidura y el caballo a uno de los nobles del rey, se vista al hombre a quien el rey desea honrar, y que cabalgue por la plaza del pueblo y que pregonen: “¡Así tratan al hombre a quien el rey desea honrar!”. (10) Entonces el rey le dijo a Hamán:“Rapido, toma la vestidura y el caballo, como tú has dicho, y procede de esta manera con Mordejai, el judío que esta sentado en las puertas del rey. ¡Que no falte nada de lo que tu has dicho!”. (11) Entonces Hamán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mordejai, lo hizo cabalgar por la plaza del pueblo proclamando:“Así tratan al hombre a quien el rey quiere honrar”. (12) Y Mordejai regresó a las puertas del rey, pero Hamán fue corriendo a su casa, dolido y con la cabeza cubierta. (13) Y Hamán le contó a su mujer Zéresh y a todos sus amigos lo que había sucedido. Y sus consejeros y su mujer Zéresh le dijeron:“Si Mordejai es de la simiente de los judíos, ante quién has comenzado a caer, no podrás vencerlo, sino que caerás de todo ante él”. (14) Cuando aún estaban hablando con él, llegaron los cortesanos del rey, para llevar a Hamán al banquete que había preparado Ester. 

CAPÍTULO 7 (1) Y acudieron el rey y Hamán  para beber con la reina Ester. (2) Durante el banquete del segundo día el rey le dijo a Ester: “¿Cuál es tu deseo reina Ester?- Te será concedido, y ¿qué es lo que quieres?- Hasta la mitad del reino –será tuyo”. (3) Y contestó la reina Ester y dijo: “Si encuentro la aprobación ante tus ojos, oh rey, y si al rey le parece bien, que se me conceda mi vida ante mi deseo y la de mi pueblo, ante mi pedido. (4) Porque hemos sido vendidos yo y mi pueblo, para ser aniquilados, matados, exterminados. Si sólo nos hubieran vendidos como esclavos, hubiera callado, porque el enemigo no vale que el rey se perjudique”.            (5) Y dijo el rey Ajashverosh, y dijo a la reina Ester: “¿Quién es, y dónde está el que se atrevió a proceder así?”. (6) Ester dijo:“El hombre, el opresor, el enemigo, es el malvado Hamán”; y Hamán quedó aterrado ante el rey y la reina. (7) Furioso, el rey se puso de pie, dejó el banquete y se dirigió al jardín del palacio, pero Hamán se quedó parado ante la reina Ester para pedir por su vida, porque vio que el rey ya había decidido acerca de su destino. (8) Al volver el rey del jardín del palacio al banquete Hamán se había caído sobre el lecho en el que se encontraba Ester. Y dijo el rey“¿Acaso querrá apoderarse de la reina en mi casa?”. Apenas habían salido las palabras de la boca del rey, ya habían cubierto el rostro de Hamán. (9) Y dijo Jarboná uno de los cortesanos – delante del rey:“Allí esta todavía la horca que Hamán mandó construir para Mordejai, quien habló a favor del rey. Está en la casa de Hamán, y mide cincuenta codos de altura”. Y dijo el rey: “¡Qué lo cuelguen allí!”. (10) Entonces colgaron a Hamán de la horca preparada para Mordejai, y el enojo del rey se  aplacó.                

CAPÍTULO 8 (1) Aquel día, el rey Ajashverosh entregó a la reina Ester la casa de Hamán, el opresor de los judíos, y Mordejai pudo presentarse ante el rey, porque Ester le había contado qué significaba Mordejai para ella. (2) Entonces el rey se sacó el anillo, que le había quitado a Hamán, y se lo dio a Mordejai, y Ester puso a Mordejai a cargo de la casa de Hamán. (3) Volvió Ester y habló nuevamente delante del rey, y se arrodilló ante él, y lloró y le suplicó que se revoque la maldad de Hamán el agagueo y su designio que había planeado contra los judíos. (4) Y el rey le extendió a Ester el cetro de oro y Ester se puso de pie, delante del rey (5) y dijo:“Si al rey le parece bien y si encuentro aprobación ante sus ojos, pido que se haga un escrito para anular las cartas que escribió Hamán, hijo de Hamedata, el agagueo, con el plan de exterminar a todos los judíos  en todas las comarcas del rey. (6) Porque, ¿comó podría yo soportar la desgracia que tocaría a mi pueblo? Y ¿comó podría soportar la aniquilación de mi familia?”.                       (7) Entonces el rey Ajashverosh le dijo a la reina Ester y a Mordejai, el judío:“Ved, he entregado a Ester la casa de Hamán, y esté fue colgado en la horca por haber levantado la mano contra los judíos. (8) Escribid ahora acerca de los judíos como os parezca  mejor, en nombre del rey, y sellad el escrito con el anillo del rey, porque un escrito que fue redactado en nombre del rey y sellado con el anillo del rey no puede ser anulado”. (9) Entonces llamaron a los escribas del rey, esto fue esto fue en el tercer mes,-el mes de Siván –el día veintitrés, y se escribió, tal como lo ordenó Mordejai, a los judíos, a los sátrapas, a los príncipes y gobernadores de las comarcas, desde la India hasta Etiopía, ciento veintisiete comarcas, a cada comarca en su escritura, a cada pueblo en su idioma, y también a los judíos en su escritura y en su idioma. (10) Y escribió en el nombre del rey Ajashverosh y selló con el anillo del rey y envió las cartas por correos a caballo, quienes emplearon veloces corceles que provenian de las caballerizas reales: (11) Que el rey había permitido a los judíos en todas las ciudades, unirse y defender sus vidas, destruir, matar y aniquilar todo ejército y pueblo de la comarca que los hostigasen, inclusive niños y mujeres, y quedarse con sus bienes, (12) en un día en todas las comarcas del rey Ajashverosh, el decimotercer día del doceavo mes, que es el mes de Adar. (13) Y se ordenó entregar copias de este escrito en cada comarca informando a todos los pueblos que los judíos debían estar preparados para este día, para vengarse de sus enemigos. (14) Los mensajeros, montados en caballos reales, partieron velozmente, urgidos por la palabra del rey,   y el edicto fue publicado en Shushán, la capital del reino.                                                (15) Y Mordejai salió de la presencia del rey ataviado con la vestimenta real, de color azul y blanco, con una gran corona de oro y un manto de seda marina y color púrpura; y ls ciudad de Shushán estaba llena de júbilo y alegría. (16)  Para los judíos surgió la luz y alegría, el regocijo y la gloria.   (17) Y en toda comarca y en todas las ciudades, donde había llegado el edicto del rey, los judíos festejaron con banquetes y alegría, y muchos de entre los pueblos de la tierra se tornaron judíos porqué el temor a los judíos había caído sobre ellos.                                              

CAPÍTULO 9                            (1) En el decimotercer día del duodécimo mes, que es el mes de Adar, cuando debía ejecutarse el edicto del rey, es decir en el día en que los enemigos de los judíos esperaban dominarlos, sucedió precisamente lo contrario, los judíos dominaron a sus enemigos. (2) Se juntaron todos los judíos de todas las ciudades de las comarcas del rey Ajashverosh, y atacaron a todos los que querían atentar contra su vida y nadie se les resistió, ya que todos los pueblos sentían temor ante ellos. (3) Y todos los príncipes de las comarcas, los sátrapas, los gobernadores y funcionarios del rey apoyaban a los judíos, ya que el miedo a Mordejai había caído sobre ellos. (4) Porque Mordejai era una persona importante e la casa del rey y su fama llegaba a todas las comarcas, ya que Mordejai se volvía cada vez más poderoso. (5) Y golpearon los judíos a todos sus enemigos a filo de espada, con mortandad y destrucción, e hicieron con quienes los odiaban lo que quisieron. (6) Y en la capital Shushán, los judíos mataron a quinientos hombres. (7) También mataron

a         Parshandata,

y a       Dalfón

y a       Aspata,

(8) y a        Porata,

y a       Adaliay

y a       Aridata,

(9) y a       Parmashta,

y a        Arisay,

y a       Ariday,

y a       Vaizata,

los diez hijos de Hamán, el opresor de los judíos. Pero no tocaron sus bienes. (11) Ese día, el rey fue informado del número de muertos en la fortaleza de Shushán, la capital real. (12) Entonces el rey le dijo a la reina Ester:“Los judíos se encuentran en Shushán, actuar según el edicto de hoy, y que los diez hijos en Shushán, han matado a quinientos hombres y a los diez hijos de Hamán -¡Que habrán hecho en las demás comarcas reales! Y ¿Cuál es tu deseo ahora?-Te será concedido. ¿Y qué es lo que aún deseas? –Así se hará”. (13) Ester dijo:“Si al rey le parece bien, que se permita también mañana a los judíos que los hijos de Hamán sean colgados en la horca”. (14) El rey ordenó que así se hiciera, y el edicto fue publicado en Shushán y los diez hijos de Hamán fueron colgados.(15) Los judíos que estaban en Shushán, se juntaron también el decimocuarto día del mes de Adar, y mataron a trescientos hombres pero no se dedicaron al saqueo. (16)Los otros judíos, en las comarcas reales, también se unieron para defender sus vidas y lograron tranquilidad de sus enemigos, matando a quienes los odiaban, setenta y cinco mil; pero no se entregaron al saqueo. (17) Esto sucedió el decimotercer día del mes de Adar, y al decimocuarto reinaba la calma y éste fue un día de banquetes y de alegría. (18) Pero los judíos que estaban en Shushán se reunieron los días trece y catorce del mes y descansaron el día quince, y este día fue de banquetes y alegría. (19) Por eso, los judíos que viven en las llanuras, en ciudades no fortificadas, festejan el decimocuarto día del mes de Adar con alegría y banquetes, y día de fiesta, y se envían obsequios los unos a los otros. (20) Y Mordejai redactó estos sucesos y envió cartas a todos los judíos que vivían en las comarcas del rey Ajashverosh, los que estaban cerca y los que estaban lejos, (21) para indicarles que todos los años debían festejar  el decimocuarto y el decimoquinto día del mes de Adar (22) como días en que los judíos tuvieron descanso de sus enemigos, y el mes en que la desgracia se había convertido en alegría, y el dolor en un día de fiesta. Y había que festejar con banquetes y alegría y enviándose regalos los unos a los otros y dándo dadivas a los pobres. (23) Y los judíos se comprometieron a continuar con lo que ya habían comenzado y con lo que Mordejai les había escrito. (24) Porque Hamán, hijo de Hamedata el agagueo, enemigo de todos los judíos había planeado exterminar a los judíos y había echado el pur, o sea la suerte, para exterminarlos y destruirlos, (25) pero al presentarse ante el rey, esté órdeno por escrito que el malvado plan que había ideado Hamán contra los judíos volviese sobre su propia cabeza, así que fue colgado, con sus hijos, en la horca. (26) Por eso estos días fueron llamados ‘purim’, de la palabra ‘pur’.  Por eso, y como concecuencia de todas las palabras de esa carta, y por todo lo que habían visto y por todo lo que les había sucedido, (27) los judíos aceptaron y se comprometieron, ellos y todos los de su simiente y todos los que se les iban uniendo, sin falta, a observar estos dos días, conforme a lo escrito, y en sus respectivas fechas, año tras año. (28) Y estos días se observan y se festejan en todas las generaciones, en todas las familias, en todas las comarcas y en todas las ciudades. Y nunca se dejarán de observar estos días de Purim entre los judíos, y su recuerdo no se borrara en sus descendientes.                                 (29) Entonces la reina Ester, hija de Abijail, redactó juntamente con Mordejai, el judío, con plena autoridad, la segunda proclama de Purim (30) y envió cartas a todos los judíos en las ciento veintisiete comarcas del rey Ajashverosh con palabras de paz y verdad, (31) para confirmar los días de Purim en las fechas correspondientes, tal como lo habían ordenado Mordejai, el judío, y la reina Ester y tal como lo habían establecido para ellos mismos y para su simiente juntamente con los ayunos y las plegarias. (32) Y el mandamiento de Ester confirmó estos asuntos de Purim, y todo esto fue escrito en un libro.               

CAPÍTULO 10                   (1) Y el rey Ajashverosh impuso un tributo sobre la tierra y hasta las costas del mar. (2) Y todo el relato de su poder y autoridad, y el relato de la grandeza de Mordejai, a quien el rey Ajashverosh había encumbrado, ¿acaso no constan en los libros de las crónicas de los reyes de Media y Persia? (3) Porque Mordejai el judío, fue segundo después del rey Ajashverosh, y fue un grande ante los judíos, y querido por la mayoria de sus hermanos, pues buscaba el bienestar de su pueblo y hablaba paz a toda su simiente.

 

La meguilá se enrolla y el se dice la siguiente berajá:

Bendito eres tú Adonai nuestro Dios rey del universo, el que luchó nuestras luchas, juzgó nuestros juicios, vengó nuestras venganzas y dio su merecido a todos los enemigos de nuestra alma y que nos salvó de nuestras aflicciones.

Bendito eres tú Adonai, el que salva a su pueblo Israel de todos sus enemigos, el Dios salvador.